Desde el origen mismo de la Educación Pública en México, y aún antes, el estudio de la Historia se ha considerado como uno de los medios para formar el sentido de pertenencia nacional de los jóvenes y para propiciar su identidad de acuerdo con los valores de cada época. La importancia de estos puntos ha variado y adquirido diferentes matices a lo largo del tiempo y se han establecido distintas formas de organización de los contenidos de enseñanza.
Al restablecer su ingreso como asignatura específica se busca garantizar que los adolescentes adquieran los conocimientos básicos del pasado del país y del mundo, desarrollen las habilidades y destrezas intelectuales para ubicar y analizar información acerca de los acontecimientos, hechos y procesos histórico-sociales; es decir, adquieran bases firmes para comprender y explicar las características de la sociedad de que forman parte, ubiquen la importancia y las consecuencias de las acciones propias, y juzguen con más fundamentos las acciones de los otros. Para el logro de estos propósitos es necesario poner en práctica formas de enseñanza, estrategias y actividades didácticas en que la prioridad sea la adquisición de conocimientos básicos, el desarrollo de habilidades intelectuales y de actitudes favorables para la comprensión de procesos históricos, y no sólo el recuento y la memorización de hechos o acontecimientos aislados entre sí.
Los estudiantes normalistas tendrán la oportunidad de conocer y analizar a profundidad la construcción del conocimiento histórico en el adolescente, su complejidad y sus implicaciones para la práctica docente; así mismo, conocerán algunas finalidades sociales de la enseñanza de la historia y, con esta base, enfrentarán el reto de diseñar estrategias didácticas adecuadas para los alumnos de educación secundaria.